Martin Schmid (Baar, 26 de agosto de 1694 / Lucerna, 10 de marzo de 1772) fue un hombre culto, polifacético, amante de los indios y amado por ellos. Constructor en el sentido más amplio del término: así como fabricó instrumentos musicales, hizo músicos; y así como creó melodías para alabar a Dios, levantó templos para él.
Su llegada a San Xavier en 1730 fue para transformar a los nativos de la mejor manera. Como dice el padre Piotr Nawrot: en Chiquitos no hubo colonia, sino misiones. Y la misión de aquel sacerdote suizo fue propagar los Evangelios de Cristo mientras enseñaba artes a los néofitos. Lo hizo teniendo 36 años y hasta sus 73, cuando la Compañía de Jesús fue expulsada de América, trabajó en su propósito.
Su legado artístico y arquitectónico es parte de la cultura de toda una región y Patrimonio Cultural de la Humanidad. Su labor didáctica significó una evolución de la vida musical en los pueblos chiquitanos. El misionero no anuló lo encontrado, sino que lo perfeccionó, creando así una práctica musical que perdura hasta nuestros días y que forma parte de una cultura viviente, gente que respira arte.
CEPAD y APAC, organizadores del Festival de Temporada de Música Misional y Teatro “Chiquitos 2022”, dedicaron a la memoria del religioso jesuita la reciente versión del evento, realizado entre el 25 y 28 de agosto, en Santa Cruz de la Sierra y poblaciones chiquitanas y misionales. A 250 años de su fallecimiento, Martin Schmid vive en las tierras coloradas del Oriente Boliviano.